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domingo, octubre 22, 2006

La cara de haberme quedado fuera


Cuando se retransmite una carrera por televisión, una de las cosas que más llama la atención es la actitud de los pilotos cuando se quedan fuera de pista, bien por un accidente, bien por un problema mecánico. Curiosamente, pocas veces les vemos la cara, pero tengo la certeza de que si la pudiéramos ver les aplicaríamos aquello de ‘se ha quedado con un palmo de narices'. No quiero pensar la cara que debía hacer yo el año pasado cuando el coche se paró en Cheste, pocas vueltas antes del final, cuando iba destacado en primera posición. Más que tristeza, debía ser una cara de desazón, propia de la extraña sensación de vacío, de impotencia ridícula, que te queda cuando te encuentras en una situación así.

Una cara parecida me debe haber quedado hoy en Jerez, cuando Manuel Gutiérrez ha hecho una maiobra brusca cuando lo estaba adelantando y me ha sacado de la pista. Si alguno de los espectadores que había en el circuito me ha visto la cara, seguro que ha comprendido que más que tristeza, hoy sentía rabia: mientras que ayer hice una buena carrera y acabé cuarto a pesar de haber salido muy atrás, en la de esta mañana no he sabido aprovechar la oportunidad y me he venido abajo inexplicablemente. No sé qué pasaba, aunque sé que no era un problema mecánico, pero no lograba ir rápido. ¡Hasta he hecho una pequeña excusión por fuera de la pista! Pero he podido regresar y, de pronto, he sentido que las cosas empezaban a funcionar: que recuperaba el ritmo y me sentía con ánimo de adelantar a los pilotos que me habían superado. Lo he logrado, pero en la maniobra he tenido ese pequeño choque y he vuelto a quedarme fuera de la carrera.

Mientras que la primera parte de la temporada fui mejorando cada carrera, hasta que hice podio en Estoril, esta segunda parte del año no acabo de ir fino. En Jerez lo he hecho mejor que en Cheste, pero no puedo estar satisfecho. Me he descolgado del grupo de cabeza y he perdido las posibilidades de acabar entre los tres primeros. La carrera de Montmeló, el segundo fin de semana de noviembre, cierra la temporada. Como siempre, lucharé por ese podio que tuve ayer tan cerca, pero que se resiste desde Portugal. Ganas, no me faltan y ánimos, tampoco. Sobretodo, el de todas las personas cuyo nombre llevo escrito en el coche y que han confiado en mí y en el proyecto Apoya a Pampló. Independientemente del resultado que logre en Cataluña, trabajaré duro toda la pretemporada para hacer posible el salto a una categoría superior el año que viene, en la que encontrar la suerte y el acierto que me ha faltado las últimas semanas. Y así, hacer que toda la ilusión que me transmiten los nombres en el coche se convierta en una serie de buenos resultados.



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