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lunes, febrero 12, 2007

Lost in traslation

Zhuhai_4

En muchos aspectos, mi experiencia en China ha sido bastante parecida a la del personaje de Bill Murray en la película Lost in Translation, aunque a diferencia de él yo no he conocido a ninguna chica tan guapa como Scarlett Johansson. Bromas aparte, puedo afirmar que mi experiencia en China ha sido muy positiva: no solo a nivel deportivo, sino también a nivel personal.

Cuando el sábado 3 nuestro avión despegaba de Valencia rumbo a París tenía más de veinte horas de viaje por delante: una vez en París, esperamos cuatro horas hasta coger el vuelo (de 11 horas) a Hong Kong. Era la primera vez que volaba fuera de Europa, y la verdad es que se me hizo realmente largo. Pero lo más interesante estaba por llegar: una vez en Hong Kong (ya era domingo), cogimos un taxi –un modelo de Toyota que no sé cuantos años tendría– que nos llevó a una especie de puerto-centro comercial en que tomamos un ferry con el que finalmente llegamos a Zhuhai. Eso sí, en Zhuhai nos econtramos con que era imposible cambiar de euros a remembí (el nombre popular de la moneda china), nos arriesgamos a coger un taxi y le pagamos con dólares de Hong Kong –no hubo problema. Una vez allí, tuve dos días y medio para descansar, conocer el circuito, el equipo, hacer el asiento… hasta que el miércoles salí a pista.

El primer día fue de adaptación, pero el jueves rodé muy fuerte y pude hacer el mejor tiempo de los pilotos que estaban probando y me quedé a solo dos décimas del mejor tiempo absoluto que hizo en ese circuito el piloto que ganó en 2006. El último día llovió por la mañana y, aunque el circuito se secó después, las condiciones de la pista hacían que el ritmo de conducción fuera un segundo más lento que el día anterior. Yo estoy muy satisfecho con mi rendimiento en estos entrenamientos, pero lo más importante es que le gusté al equipo y quedaron muy contentos con el desarrollo de los tests.


De todos modos, lo que más me sorprendió del equipo es que parecía la torre de Babel: los mecánicos son chinos, el director y un ingeniero son italianos, la mujer del director es china, pero los pilotos sí que éramos cada uno de un país: a lo largo de la semana probó un tailandés, dos chinos, un finlandés, un italiano, dos chicos de Bahrein, dos japoneses y un español (yo). Aunque dentro del equipo más o menos nos entendíamos, en los comercios y en el hotel casi todo se solucionaba con señas. Afortunadamente en el hotel casi todo estaba escrito en inglés, pero lo que era hablarlo... no lo hablaban mucho. De todos modos gracias a Aída, la mujer del director, podíamos entendernos. Eso sí, ir solo es una aventura porque todo es muy distinto: las letras, la comida, la lengua, la conducción... La comida me gustó mucho, ya he aprendido a comer con palillos (como se puede ver en la foto), la gente era amable en general, no entendía a nadie cuando hablaba, pero lo que me impactó fue la conducción: ¡qué desastre! Cada vez que íbamos en el microbús del hotel o en taxi al circuito era correr un riesgo alto: casi no hay semáforos, los peatones no tienen la preferencia, el cinturón de seguridad no es obligatorio, se puede hablar por el móvil...

Podría contar muchas cosas más de tan solo una semana que he pasado en China, pero como creo que volveré, ya os iré contando.

1 comentario:

Dano dijo...

Una gran experiencia seguro. Yo tb he estado en China y es genial. Para otra vez ( puesto q yo tb sufri esa inseguridad al volante) q sepas q si hablan por el movil, no van correctamente vestidos o no son educados, puedes poner una queja y no tienes q pagar el taxi jeje

Suerte y a correr ( más)