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martes, agosto 14, 2007

La carretera en verano



Aunque hoy es martes, mañana es fiesta y además estamos en agosto, de manera que cuando sales a la carretera se nota las fechas en las que estamos. De entrada, la salida de Valencia es mucho más rápida, y después ya en la autopista se ven menos camiones y coches de profesionales. De hecho, lo que más destacan son los turismos con familias dentro. Además del tipo de vehículos y conductores, en verano destaca la actividad de la Dirección General de Tráfico. En vacaciones siempre hay más accidentes y por eso la DGT intensifica los controles y la publicidad. Desde hace algún tiempo los conductores podemos leer mensajes en la carretera que, aparte de informar, supongo que tienen como objetivo que extrememos las precauciones al volante. Hoy me he sorprendido mucho porque al salir de Valencia, sobre las 9:15 de la mañana, he podido leer algo así como: "Desde el 1 de enero de 2007, 1699 muertos". De lo que estoy seguro es de la cifra porque a la vuelta, sobre las 18:15 he podido leer: "Desde el 1 de enero de 2007, 1710 muertos". Si eso es verdad, entre la mañana y la tarde, 11 personas han muerto en las carreteras españolas. En cualquier caso, más que el número de víctimas hoy, lo espectacular es el número de víctimas total. No se cuanta gente morirá por otras razones, pero lo que me parece absurdo es que tanta gente muera a bordo de unas máquinas que nosotros mismo controlamos.

No sé como se puede reducir esa cifra, pero se me ocurre que tenemos que empezar por pensar en como conducimos todos y cada uno de nosotros. Creo que son los pequeños detalles, los hábitos al volante y nuestra educación en la carretera lo primero que tenemos que examinar. Pero es más fácil confiar ciegamente en que a nosotros no nos pasará nada...

jueves, agosto 09, 2007

De nuevo en Valencia


Cerré el post anterior diciendo que esperaba que no nos lloviera durante el fin de semana en Pekín y finalmente fue así. Aunque no hizo sol (como dijo Rosa María Calaf hace unos días en el telediario: "en Pekín siempre hace mal tiempo"), no tuvimos ningún problema ni en entrenamientos ni en carrera. El sábado por la tarde fueron los cronos y, aunque no fueron mal, tampoco fue tan bien como me hubiera gustado ya que la octava posición me supo a poco. En cualquier caso, las tardes de antes de las carreras me gusta tomármelas con calma y mi intención era ver los entrenamientos de la F1. Pero el equipo nos llevó a cenar a un restaurante chino bastante tradicional y no los pude ver. Aunque me perdí la gran polémica de la temporada, he de reconocer que disfruté de la cena.
Así llegué al domingo, con muchas ganas de hacer un buen par de carreras. La primera no fue bien, ya que en la salida el semáforo se apagó sorprendentemente rápido y me quedé clavado en la salida, lo que me supuso perder un par de posiciones. En la última vuelta recuperé una y al final acabé noveno. Bastante decepcionado por el resultado, salí con muchas ganas a la segunda carrera y las cosas salieron bien: gracias a una buena salida, una primera vuelta muy agresiva y un ritmo constante de carrera, crucé la meta en cuarta posición, mi mejor resultado de la temporada. Pero la anécdota del fin de semana llegó cuando me llamaron para subir al podio en la tercera posición. A mi me sorprendió mucho y, en efecto, unos veinte minutos después se aclaró que había sido una confusión de la organización. No me pude traer la copa, pero tengo ganas de volver a subir y esta vez, llevar el trofeo en el equipaje de mano.

En este viaje no volví el mismo día de la carrera y, ya sea en Europa o Asia, las tardes después de una buena carrera suelen ser muy agradables. Nuestra ilusión por ver la F1 se fue al traste porque no la pasaban en directo, pero realmente lo pasé mejor cenando con todo el equipo (ingenieros, pilotos, mecánicos...) ya que nunca había estado en un equipo con tanta gente y tan buen ambiente. Realmente he disfrutado de mi primera visita a Pekín.

P.D.: la foto es de después de la carrera, cuando los mecánicos me cogieron por sorpresa y me choparon.

jueves, agosto 02, 2007

Desde Pekín


Me hubiera gustado escribir este post nada más llegar a Pekín, pero entre unas cosas y otras no ha sido hasta hoy que he encontrado el momento de hacerlo.

Para empezar, me pasó algo en el viaje que pensaba que solo pasaba en las películas: justo antes de subir al avión, cuando nos cortaron la tarjeta de embarque, la azafata de Air France nos indicó que viajabamos en clase business (o “Espace Affaires”, que es como lo llama la compañía). ¡Pero nosotros teníamos un billete de turista! He de recononocer que tuvimos mucha suerte y que en business se viaja mucho mejor porque la comida es mejor, hay más espacio, te puedes acostar… De manera que llegamos a Pekín más descansados de lo previsto y cuando nos recogieron en el aeropuerto empecé a darme cuenta de cómo son realmente las ciudades chinas: gente, gente y más gente.

Desde mi llegada aquí el sábado pasado, no he podido hacer mucho turismo pero tampoco he podido rodar todo lo que estaba previsto por culpa de la lluvia. Casi todas las noches ha habido tormenta y, como el mantenimiento del circuito es algo así como nulo, la acumulación de agua en algunas curvas hace imposible que podamos pasar con el fórmula. A pesar de todo, he aprovechado el poco tiempo que hemos tenido y vuelta tras vuelta me he ido acostumbrando a este circuito, que se caracteriza por ser muy corto (2,4 km), estrecho y bacheado, justo todo lo contrario a lo que tuvimos en la pasada carrera en Malasia.

En cuanto a la ciudad de Pekín, he podido “disfrutar” del caos circulatorio, pero también de otras buenas cosas como la comida china. Por ejemplo, la primera noche fuimos a un restaurante con música en directo y una bailarina con su serpiente, pero disfruté más ayer por la noche cenando auténtico pato pekinés.

Todavía he visto muy poco de Pekín, pero lo que me gustaría ahora es poder conocer mucho más, aunque tendrá que ser en el próximo viaje porque hasta el domingo tenemos mucho trabajo en la pista. En cualquier caso, lo que sí que espero es que no llueva ni el viernes, ni el sábado por la noche. Cruzaré los dedos.