Cabecera blog

jueves, enero 18, 2007

El vídeo de la campaña


Por fin, con bastante retraso, pero por fin, hemos colgado en YouTube el vídeo promocional de la campaña 'Apoya a Pampló'. Espero que esto contribuya a difundir más este proyecto. De momento, cerca de 350 personas y empresas, entre apoyos y colaboracions, han participado en la campaña y varios medios de comunicación han hablado de ella. Mientras intento tener una idea clara de mi futuro deportivo -que sigue dependiendo del éxito o el fracaso de toda esta historia-, seguimos adelante con los actos de la campaña. El día 1 de febrero la presentaremos en la Asociación de Vecinos de Montolivet i a principios de marzo tenemos previsto hacer una fiesta i, más adelante, un concierto. Ya veremos cómo va todo. Por ahora, aquí tenéis el vídeo. ¡Dadlo a conocer!



domingo, enero 14, 2007

La F1 a las puertas de casa

No negaré que los circuitos urbanos siempre me han gustado, al menos desde la perspectiva de aficionado al automovilismo, ya que como piloto no he tenido nunca la ocasión de correr en ningún trazado de este tipo. En muchos sentidos, el circuito urbano es más espectacular que el circuito convencional, entre otras cosas porque genera un desplazamiento: aquello que normalmente está limitado a unos espacios específicos invade nuestros espacios cotidianos. Por unas horas, en lugar de ver utilitarios que, supuestamente, no pasan de los cincuenta kilómetros, encontramos máquinas potentísimas a velocidades vertiginosas. Además, este cambio de emplazamiento hace que parezca (aunque no debe ser así necesariamente) que el piloto acaricia el peligro más de cerca. Un circuito urbano, en definitiva, acentúa algunos rasgos del espectáculo del automovilismo, sobre todo si se encuentra en zonas con una arquitectura o un paisaje característico, como es el caso de Mónaco.

Mañana los vecinos de Valencia tendrán la ocasión de probar lo que sería un circuito urbano en nuestra ciudad. Aunque no queda nada lejos de mi casa, yo no iré, porque estoy ajetreado con los exámenes y la marcha de Apoya a Pampló; además, al contrario de lo que pensaban algunas personas, mi condición de piloto no ha hecho que me invitaran al acto, ni que tuviera información de primera mano que me permitiera saber cómo sería. Al final, no tendré más remedio que creerme lo que cuenten los medios de comunicación y los posibles espectadores que conozca. Y, si bien no será hasta pasado mañana que podremos valorar cómo ha ido la experiencia, me atrevo ahora a adelantar algunas consideraciones.

La presentación de McLaren, como la de cualquier otro equipo, es un acontecimiento importante y espectacular y, precisamente por las connotaciones que tiene eso, puede resultar incómodo y hasta cierto punto indecente desde bastantes puntos de vista. En este sentido, mañana volveremos a comprobar que entre el espectáculo automovilístico y los espectadores hay una barrera mucho más grande de lo que pensamos y que no ayuda nada ni al deporte, ni a los deportistas, ni a los aficionados. Aun así, el mundo de la alta competición es como es y muchas de las críticas que se han hecho a la presentación de mañana responden a estrategias políticas con perspectivas electorales más que a una crítica de fondo al modelo de ciudad que tenemos y, por extensión, a las políticas de apoyo al deporte. Unas políticas dudosas, por otro lado. Responder a las críticas diciendo que Valencia es una ciudad que hace mucho por el deporte no es un gran argumento. Aunque es verdad que en los últimos años han mejorado y proliferado las instalaciones deportivas, todavía estamos a mucha distancia de lo que sería deseable. Sin ir muy lejos, en Montolivet, mi barrio, no disponemos de ninguna instalación de esta clase. Pensar que promoviendo un acto como el de mañana fomentamos el automovilismo es una ingenuidad o, directamente, una muestra de mala fe. De hecho, no tengo claro hasta qué punto las autoridades públicas deben promover una cosa como el automovilismo. Como mínimo, no tengo claro que sea bueno que lo promuevan como lo han hecho hasta ahora. Ni para los pilotos ni para los aficionados.

A todo eso hay que añadir que la iniciativa de un circuito urbano en Valencia desvirtúa un proyecto de la envergadura del circuito Ricardo Tormo. Como ha manifestado el mismo Fernando Alonso, el circuito es el lugar idóneo para la celebración de un gran premio, aunque quizá habría que adaptar algunas infraestructuras. Además, hoy por hoy como no hay ningún país con dos grandes premios de F1 y no sé si convertirnos en la excepción sería una buena idea. Además, la lista de países que pretenden tener un gran premio es larga y competitiva.

Al mismo tiempo, la idea del circuito urbano y, por lo tanto, el acto de mañana, desvirtúa el proyecto de la Ciudad de las Ciencias. Un foco de divulgación científica no es importante por lo que se hace fuera, sino por lo que se hace dentro y, sobretodo, por el provecho social y humano de esta labor. En cambio, cada vez más –con la excepción, quizá, del Oceanogràfic– la Ciudad de las Ciencias es un mostrador que sirve indistintamente para acoger la visita de un papa o una exhibición automovilística, hasta el punto que parece más importante el escenario que no aquello que se escenifica.

Al fin y al cabo, las comparaciones entre Mónaco y Valencia que comienzan a circular en la prensa, revelan que el modelo de ciudad que estamos construyendo es discutible y ni siquiera lo discuten las noticias aparecidas recientemente. En realidad, no creo que un circuito urbano sea malo en sí mismo, sino que veo que Valencia no necesita una iniciativa así. Mónaco es una ciudad espectáculo, en un estado peculiar que tiene una población un poco inferior a Burjassot, pero con una renta por cápita elevadísima. Valencia, en cambio, es el centro de un área metropolitana muy importante, con más de un millón de habitantes y con retos estratégicos graves. La F1 no es un acontecimiento que deba pasar por nuestras calles. El circuito Ricardo Tormo es su lugar natural. A las calles de Valencia les hacen falta otras cosas. Son esas otras cosas las que no “deben pasar de largo” de esta ciudad.

Por cierto, quién se acuerda de Hamilton...?